Este año el programa de Agenda 21 tiene como tema conductor la diversidad cultural. Uno de los aspectos que hemos querido destacar es el enriquecimiento que aporta convivir con personas de otras nacionalidades. Por ello, invitamos a Sohie Ngubu, una mujer congoleña que se trasladó a vivir a San Sebastián con su familias hace 14 años, para que contara su experiencia a las alumnas de 1º y 2º ESO.

Sophie Ngubu nos acercó a la realidad de su país, R. D. del Congo, que tiene más de ochenta millones de habitantes y doscientos treinta y dos dialectos. Es un país en el que el gasto en educación y salud es insuficiente. No hay enseñanza pública por lo que si se quiere estudiar, es necesario pagar. Los ingresos medios de una familias son muy bajos, pero el coste de la vida es similar al de los países desarrollados.

Su hijo mayor enfermó y en su país no hubo forma ni medios de curarlo, por lo que tuvieron que venir a España. Aquí fue intervenido en varias ocasiones y recibió el tratamiento adecuado.

Sophie nos contó que ella era la hermana mayor de su familia y que por eso sus hermanos la llaman “Yayata”, en señal de respeto. Existe mucho respeto hacia las personas mayores, a las que también se refieren, en el caso de las mujeres, como “mama”.

En el Congo, la mujer está menos valorada que aquí. En el caso que una familia pueda costear los estudios de un hijo, normalmente da prioridad a los hijos mayores. En los ámbitos de decisión, también son los hombres los que tiene más protagonismo aunque, siempre se toman un tiempo de reflexión personal antes de tomar decisión. En ese tiempo piden consejo a sus mujeres. Así que aunque externamente pueda parecer lo contrario, en realidad la mujer influye en la sociedad. Sophie tuvo la suerte de que su padre consideraba la educación importante para las mujeres y le costeó los estudios.

Sophie y su familia viven muy a gusto en San Sebastián. Ella se siente una mujer trabajadora, esposa, madre de familia y con una vida social que comparte con sus amigos. Quiere seguir siendo una mujer congoleña, poder mantener sus raíces y muchas de sus costumbres, pero integrada, a la vez, en San Sebastián.

A Sophie le llamó la atención de nuestro país el poco valor que damos a los objetos sencillos. A veces, cambiamos de lápiz, no porque ya no sirva, sino porque nos hemos cansado de él. Nos animó a valorar todas las cosas materiales que tenemos y a hacerlas durar hasta el final de su vida útil.