Después de muchos años de trabajar en el colegio, Mª Luisa Ortiz de Landázuri se jubila, le ha llegado el momento de tomarse un descanso. Compañera y profesora muy cercana, alegre, siempre dispuesta a escuchar, a comprender y a echarte una mano.

Se ha involucrado con sencillez en multitud de cosas muy diversas, porque se le han pedido o porque ella veía que podía ayudar y colaborar: ha participado en acciones de voluntariado con las alumnas en residencias de ancianos, ha dado charlas de formación y conferencias a las profesoras, a las madres, a las alumnas… Siempre transmitiendo valores profundos de una manera natural y sencilla. A su vez, ha acompañado a las alumnas en viajes culturales, convivencias, etc., y ha colaborado de distintas maneras en todas las actividades del colegio: concursos, fiestas… Su último proyecto en el que se ha involucrado con gran ilusión ha sido la remodelación de la biblioteca.

 

Llegaste a Eskibel después de varios años de dedicación a la enseñanza en otros centros ¿Por qué decidiste dejar tu trabajo en el instituto y empezar en Eskibel?

Llegué a Eskibel después de unos 14 años de dedicación a la docencia en la enseñanza pública. Trabajé en varios institutos de San Sebastián a los que llegué por oposición a cátedra. Me ofrecieron venir a Eskibel, ya que faltaba una profesora de filosofía —la persona que había estado impartiendo esa asignatura se trasladó a Madrid para dar clase en la Universidad Complutense— y yo acepté. Aunque las condiciones laborales no eran tan buenas, acepté porque aposté por la educación que se da en Eskibel. Ahora sigo teniendo muy buena relación con profesores de los institutos de aquellos años. Pero yo preferí integrar la experiencia docente, que ya tenía, con una atención personal a las alumnas y sus familias, que me parecía muy necesaria para hacer real la unidad de todas las facetas que incluye el crecimiento de las personas.

 

¿Y cómo valoras tu experiencia de estos años?

He comprobado durante estos años la verdad de la propuesta que hace Eskibel a los padres, es decir, que no es un cuento. Las profesoras, y todo el personal no docente, podemos tener distintas maneras de pensar y podremos fallar en muchos aspectos, pero se palpa a diario el interés por lo más importante: el mejorar de cada alumna y de cada familia. La diferencia es esta, en Eskibel a cada persona se le dedica una atención esmerada. Y si nos equivocamos con alguien, no pasa nada por pedir disculpas y volver a empezar; por eso los padres y las alumnas pueden decir lo que piensan, lo que les pasa y son atendidos, aunque no siempre tengan razón, se les dará una explicación sobre lo que les pasa. Esto suena bien, pero lo interesante es que no es una teoría bonita sino que el trabajo de todos en Eskibel se orienta así.

 

Cuéntanos algún recuerdo que te haya gustado de estos años.

Recuerdo la canción: “Piensa, piensa, usa la cabeza” que interpreté con un grupo de alumnas dirigidas por María Almandoz en la fiesta de los 25 años del Colegio en el teatro Victoria Eugenia. No la cantábamos sino que la bailábamos, fue muy divertido, sobre todo los ensayos aprendiendo la coreografía y luego la salida a un escenario tan grande cuando solo habíamos ensayado en el pasillo del colegio… Yo me equivoqué en el momento de salir la segunda vez y María me tuvo que empujar, así que salí un poco tarde con el desconcierto de las alumnas, pero, como estábamos con las familias, resultó bien.

Los mejores recuerdos son los que cuentan las antiguas alumnas, porque ellas te ven con los ojos de hace años, pero, como ya son mayores, sacan mucha gracia a todo: imitan algún gesto; recuerdan frases: si ellas podían desatender en clase, yo podría venir a hacer ganchillo; si su postura en clase parecía la de la Bella Durmiente, yo me pondría también a dormir, etc.

Durante años hice con Begoña Arejita unas páginas muy sencillas para las antiguas alumnas. Con ese motivo no perdíamos el contacto con ellas y las convocábamos para celebrar la Navidad en el colegio. Dejamos de hacerlo por falta de tiempo, ¡menos mal que ahora hay un equipo de antiguas alumnas que saca adelante esta iniciativa de mantener el contacto entre ellas y con el colegio! ¡Lo hacen muy bien!

Una realidad grande que aporta Eskibel es la posibilidad de amistades para toda la vida. En la adolescencia a veces cuesta aprender lo que es la amistad, por eso en el colegio buscamos ayudar en ese aprendizaje; luego pasan los años y vemos que muchas promociones siguen teniendo sus reuniones y se mantienen en contacto a pesar de la distancia y las diferencias de formas de pensar. Me gusta mucho comprobar cómo a las antiguas alumnas les ha quedado esto. Y al encontrar a una, enseguida te hablan de las demás de su clase.

 

¿Una profesora también aprende?

Es imposible nombrar a todas las personas de Eskibel a las les debo mucho. He aprendido de las alumnas que continuamente reclaman un trabajo cada vez mejor hecho y quieren pasarlo bien; de las profesoras que he tenido al lado y siempre han sido un estímulo para hacer bien la tarea, a la vez que muy buenas compañeras; del personal no docente que, sin ser tan visible como las profesoras, está tan implicado como ellas en la tarea de educar, y eso es muy de agradecer; de los padres, que siempre me han dado pistas para acertar mejor con su hija, he aprendido a integrar puntos de vista que parecían opuestos; de los distintos capellanes tan atentos a cada persona y siempre en un segundo plano. Y podría seguir concretando más…

 

Formará parte del colegio la imagen de Mª Luisa; siempre con una sonrisa cariñosa o un saludo para todas las personas: las niñas pequeñas del autobús, las que se iba encontrando en el oratorio o por los pasillos.